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Mostrando las entradas de abril, 2020

RESTOS FANTASMA

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DESCUBRIENDO TESOROS RESTOS FANTASMA  El camino hacia la casa huele a miel y el patio a pulpa de fruta de temporada. La vereda se llena de ese olor por la zafra y la entrada de la casa por las guanábanas maduras que caen como granizos gigantes, olvidados por las nubes escasas. Es abril como se puede constatar por el calor agobiante y por las parejas de “primaveras” que llegan a los árboles cuando el día pardea. Tetecalita se adormece con los ritmos quietos de sus calles y con su casi estática actividad económica, acentuada por esta contingencia sanitaria. El tema de charla familiar son las enfermedades y la pandemia, el azoro por el cierre de los parques y plazas públicas de nuestros pueblos y la irresponsabilidad de los desmemoriados, o mejor dicho de los que ignoran su pasado y creen que la humanidad tiene cuando mucho cien años de caminar sobre el planeta y por lo tanto les basta con ignorar la emergencia, para salir ilesos de esta crisis. La nostalgia me llegó de súbito

LUZ DE PLATA

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DESCUBRIENDO TESOROS LUZ DE PLATA El estrépito empezaba apenas pasando la puerta de doble hoja del lugar. De esas piezas de madera hacia afuera, era el mundo de las familias y de los transeúntes comunes, de los peatones simples y aletargados que se ven en el centro de la ciudad de Cuautla. Adentro era el reino de la misa oscura y de los vaivenes del pecado: Las faldas cortas, las estrías en los muslos y las pantorrillas, la celulitis dibujada por debajo de las medias, el humo del cigarro haciendo siluetas por encima de los sombreros de Tlapehuala y los bigotes blancos y recortados de los ancianos que allí frecuentaban. Un ruidero poblado de choques de botellas, vasos de vidrio, carcajadas sonoras en todas las mesas y armonías escandalosas del acordeón de Ramón Ayala que salían de la vieja rocola, constataban que estábamos al interior de una cantina. Era el año 2007. Un grupo de amigos literatos y bohemios de aquella metrópoli habíamos decidido rendirle un homenaje espontáneo a

DIOSES Y AUGURIOS

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DESCUBRIENDO TESOROS DIOSES Y AUGURIOS. La duda vino de un amigo, de un paisano callado y atento que se comunicó conmigo por el chat en una de estas calurosas noches: -¿y enfermedades o epidemias, no las hubo en la época del auge de los aztecas, antes de la llegada de los españoles? ¿no hay autor que haya trabajado sobre eso? Indagó. Hubo que ir a una de mis colecciones para intentar dar alguna respuesta, una compilación de libros de las más pequeñas tratándose de un personaje tan prolífico y de un nivel intelectual tan elevado como es el de don Cecilio… y digo “es” porque creo que sus alcances y erudición siguen siendo de las más brillantes que ha visto nuestro Estado. Cecilio A. Robelo, un antiguo escritor, políglota, editor, funcionario público, político, lingüista, poeta, bibliófilo, abogado, bohemio en extremo e intelectual de vanguardia de su época. Un personaje que aparece, invariablemente, en todas las antologías importantes de autores morelenses. Un señor que llegó