Las reliquias del Callado

DESCUBRIENDO TESOROS
Relatos con la memoria desde un oficio intemporal y literario.

LAS RELIQUIAS DEL CALLADO
Hacía calor, lo recuerdo. Eran los primeros días de mayo y la tierra tenía el mismo humor que los jegüites: áspero, rencoroso y quieto, como suelen ser todos los campos ociosos de la selva baja caducifolia en tiempo de secas.
Eran mis años de instrucción primaria, una de las tantas escuelas por las que me llevaría la vida. Un grupo de amigos nos habíamos atrevido a ir hacia los confines de una rocosa texcalera. Un lugar lleno de víboras, garrobos y amates gigantes que resguardaban las ruinas de lo que los lugareños conocíamos como “la iglesia vieja”. Un sitio plagado de sombras malas y murmullos de muerto, pero también sembrado de reliquias y vestigios de los antiguos.
El ronroneo de nuestros zapatos cesó repentinamente cuando llegamos al umbral de las costillas del edificio, porque en realidad eso eran los añosos paredones que nos recibieron: un esqueleto carcomido de lo que fuera un templo antiguo. 
Una sensación de hueco en la nariz y algunas palpitaciones del miedo nos recordaron la fragilidad que tienen los quiebreplatos y la valentía, cuando se secan, cuando se encuentran con algo tan grande y pesado que lleva el riesgo de resquebrajarlos.
Lejos estaban los tiempos de lluvias, los tiempos buenos de la vida en que cayeran, como gotas en mi biblioteca, los libros “Santa Ana Amanalco” escrito por Juan Dubernard o el ejemplar color verde llamado “Vivencias históricas del municipio de Emiliano Zapata” de don Antonio Aguilar Carnalla, mucho menos aparecía ante mi vista el testimonio manuscrito de mi abuelo; textos todos que me aclararan que se trataba de las ruinas de un pueblo extinto, de una comunidad que se llamara Amatitlán y que había desaparecido por la influencia del hacendado de lo que para mí es el mercado municipal de Emiliano Zapata, pero que en realidad se trata del casco de la poderosa hacienda azucarera de San Vicente, fundada desde el año 1618.
Así es, yo conocí esa historia desde otra perspectiva, desde el punto de vista de los campesinos, desde la óptica de los abuelos quienes todavía recordaban ese suceso en la nomenclatura del campo más grande que tiene el pueblo y que hoy, a pesar de albergar unidades habitacionales, antenas de comunicación y calles nuevas; sigue conservando la denominación con la que se burló el señor Vicente Eguía en la segunda década del siglo XIX: “El callado”…
Decían los viejos que por eso no se construyeron casas de mampostería en Tezoyuca. Que la mayoría prefirió hacer jacales de vara o cuartitos de “chinamil”, por si les llegaba a pasar como a aquel pueblo que quitaron de su cercanía. Aquella comunidad que se llama Amatitlán pero que ahora está ubicada en Cuernavaca y que fue por la que tuvieron que callar, una vez que el hacendado les arrebatara su campo más extenso a finales de esa misma centuria.
Sentimos, todos los niños que participamos en esa expedición al misterio, la presencia del miedo. Si, del mismo miedo que tuvieron los amatitlanenses cuando los desalojaron de los campos donde guardaban a sus muertos y a sus antiguos adoratorios, porque desgarrar al hombre del lugar de su memoria es amputarle un fragmento del alma.
Pese a esto quedamos conformes y maravillados, felices y satisfechos de enfrentar nuestros temores, al tener la recompensa de llevar a casa “caritas” y obsidianas que encontramos tiradas en ese campo, pedazos de recuerdos de un señorío tlahuica que se asentó en los confines de mi pueblo para contarnos una historia de despojo de tierras, pero también de sentimientos.

Cronista Ulises Nájera Álvarez.

 Restos del pueblo fantasma de Amatitán y un servidor

 Antigua casa de Amatitlán y casa actual

 Huellas de construcciones centenarias

 Restos de contrafuertes

San Luis Obispo Amatitlán

Comentarios

  1. HOLA ESTIMADO Y ADMIRADO ULISES ......ME ENCANTA TU MARAVILLOSA FORMA DE CONTAR LA HISTORIA ....CUIDA MUCHO TUS ESCRITOS Y OJALA PUEDAS TENER TODO IMPRESO ....GRACIAS POR COMPARTIR ....Y .FELICIDADES SIGUES CON CALIFICACION ...DE DIEZ....

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Deduzco que tu consejo de cuidar mis escritos es en relación a su calidad y espero que siga gustando a quienes me leen, tanto como a ti. Saludos y ojalá me recomiendes con tus amistades y contactos en estas publicaciones semanales!!

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