TESORO DE MEDICINAS

DESCUBRIENDO TESOROS

TESORO DE MEDICINAS
El calor agobia en estas tierras del sur. El encierro obliga a la actividad en casa, a desenmarañar el polvo y las ideas de los libros que están a la espera de nuestros ojos, arrinconados en estantes y muebles de antaño, tramando ataques literarios o místicos, históricos o fantásticos, siempre a la acechanza de aquellos que amamos las bibliotecas y nuestras “joyas” particulares. 
El opúsculo me saltó a la vista, con su portada desgastada, sus letras color oro y muy estilizadas. Se trata de una edición facsímil de la obra del mismo nombre, publicada en 1674. Esta edición en particular fue auspiciada por el IMSS en el año 1990, para conmemorar el 25º aniversario de la creación del centro vacacional Oaxtepec, actualmente parque “Six Flags”, cerrado a causa de la pandemia.
La obra original fue escrita por el autor entre los años 1580  1589 y se trata de una clara muestra del mestizaje o la aculturación de nuestras dos civilizaciones principales: la española y la mexicana; es decir es una muestra sobresaliente del momento histórico que se estaba viviendo en aquellos tiempos, en que hombres venidos de la península ibérica y con una visión netamente medieval cristiana, usaban sus conocimientos previos (adquiridos obviamente en España) y los mezclaban con lo experimentado y visto en este continente en donde tenían sus propios conocimientos e instituciones, los cuales fueron adaptados o reacondicionados a las necesidades que se iban presentando.
En este caso el autor, de nombre Gregorio López, era un hombre que entre su formación y trayectoria, había estado en el Monasterio de Guadalupe en la localidad del mismo nombre en España, instituido el 6 de enero de 1341 por el obispo de Toledo, Gil Álvarez de Albornoz y era una de las instituciones religiosas más importantes en aquellas tierras, en donde el ibérico ayudó a los hermanos de la caridad a atender a los enfermos.
Según se sabe, Gregorio llega a la Nueva España en 1560, a los 20 años de edad. Su travesía por estas tierras inician en el puerto de Veracruz, después pasa a la ciudad de México, Zacatecas, la Huasteca, Atlixco (Puebla), nuevamente México -en donde se aloja en la Casa de Nuestra Señora de los Remedios- y finalmente, acosado por fuertes dolores estomacales e indisposiciones por el clima frío del lugar, se traslada al Hospital de la Santa Cruz de Oaxtepec a donde llega en el año de 1580.
Para ese entonces el rey Carlos V había emitido una ley en 1541,  la cual ordenaba “que con especial cuidado provean, que en todos los pueblos de españoles y indios de sus provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean curados los pobres enfermos y se ejercite la caridad christiana; esto atendiendo a las múltiples epidemias experimentadas en toda la región del actual estado de Morelos y en todo el país, en las que se había diezmado considerablemente la población originaria, trayendo consigo serias dificultades para recabar la contribución de los pueblos y con la consiguiente merma en la economía de la colonia, dependiente de la corona española y de reciente creación.
Para el año 1573, el rey Felipe II había sido más específico en cuanto a la traza urbana de los pueblos y tomaba algunas precauciones para tratar de contener las epidemias y enfermedades que se daban en su reino: “Quando se fundare e poblare alguna ciudad, villa o lugar… se pongan los hospitales para pobres y enfermos de enfermedades que no sean contagiosas, junto a las iglesias y por claustro de ellas y para los enfermos de enfermedades contagiosas en lugares levantados, y partes que ningún viento dañoso, pasando por el hospital, vaya a herir en las poblaciones”.
La obediencia a esta disposición en la distribución arquitectónica de los poblados, para atender a los enfermos contagiosos, la podemos ver claramente en dos poblaciones en particular: Oaxtepec, con el Hospital de la Santa Cruz que es en donde se origina la obra de la que hoy nos ocupamos, y en la comunidad de Temimilcingo, dentro de la zona sur de la Sierra Montenegro, en donde se conserva un edificio en la calle contigua del exconvento del lugar, a una cuadra hacia el oriente y que es conocido popularmente como “el hospital”.
Volviendo a la obra que estamos describiendo, resulta muy curioso que a diferencia de lo que se pudiera pensar, el texto casi no especifica las características de las enfermedades, limitándose casi únicamente al tratamiento y los métodos que se deben emplear para su cura. Así podemos leer por ejemplo: “Cabeza dolorida de frío. Piziete, Zihuapatli, y orines todo junto, y tibio, ponerlo en la cabeza…” 
La razón de esto, nos explican en los textos introductorios a la edición, es que López escribe esta especie de recetario, pensando en su utilidad inmediata y en que los remedios estuvieran al alcance de todas las clases sociales, es decir, se trata de una obra que tardó casi un siglo en ser editada, pero que su difusión, gracias a la practicidad de su uso, se difundió principalmente por medio de copias manuscritas que se distribuyeron por toda la región, principalmente en el Marquesado del Valle de Oaxaca, en donde estaban incluidos los actuales estados de México, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Morelos.
El “Tesoro de Medicinas para diversas enfermedades” es un libro importantísimo de conocer y de revalorar en estos tiempos en que pareciera que la mística que mueve a los estudiosos y sabios, obedece más intereses monopólicos y comerciales, que a éticas y compromiso con los semejantes.

Ulises Nájera Álvarez, Cronista.
 Edificio nombrado "el Hospital" en Temimilcingo

 Acceso a la planta alta de la edificación

 El Hospital de Temimilcingo, visto desde la calle

Edición facsímil del libro

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