REINO DE MONTES DE UMA

DESCUBRIENDO TESOROS

REINO DE MONTES DE UMA
El tesoro también se asoma, no siempre se oculta en las profundidades de las cosas. Es como hacer un peritaje forense de un cuerpo: tienes que analizar todo íntegramente, la escena del acontecimiento y el cadáver completo, no cavar sin ton ni son para ver el interior únicamente. Así también en las ruinas.
Pero estamos en los tiempos de la inmediatez y el egoísmo, en la urgencia de obtener resultados súbitamente sin importar las pérdidas que se ocasionen, sin pensar en la ofensa que pudiéramos cometer con la idiosincrasia del prójimo o preguntarnos a quien pertenece por derecho algún bien. Eso es lo que pasa en casi todos los pueblos del mundo… o al menos en la parte del planeta que conozco. Eso reflexioné cuando llegué a la cima del cerro a donde me llevaron unos familiares para conocer de sus maravillas.
El camino había sido largo y caluroso. Inició a las seis de la mañana desde la casa, cuando aún no salía el sol, para empezar la travesía a pie sin el sol inclemente calentando la tierra debajo de nuestros zapatos. 
Pasamos el pueblito de San Pablo Hidalgo, ese que tiene grandes tecorrales hechos con piedras de rio y que el mismo Porfirio Díaz le mando construir su puente y en el cual, según cuenta Agur Arredondo cronista de Tlaquiltenango y del zapatismo en la zona, se levantaron 27 personas un 20 de marzo de 1911, izando una bandera nacional en un árbol de mezquite de la plaza y jurando bandera antes de irse a la revolución.
Dando el tradicional “saludo de pueblo” a los señores que nos encontramos, emprendimos la subida por un camino difícil, en el cual tuvimos que abrir dos trancas de “golpe” antes de detener la camioneta en la que íbamos, estacionándonos en un claro de la sierra en donde estaba más parejo.
De ahí me enseñaron un lugar nombrado “la ventana”, un sitio en donde se ve una cueva ya tapiada y que dicen que era un túnel que te lleva directamente a la hacienda de Chinameca e incluso a lugares distantes como Quilamula o hasta Guerrero. A un costado de nosotros y bordeando las orillas del cerro, un acueducto con sus respectivos puentecitos de piedra, hecho por la hacienda en donde asesinaron a Zapata arteramente.
Entre huellas de venado, heces fecales de zorro y hasta señas de animales de uña, llegamos a la cima del cerro en donde se pueden ver un gran número de “momostles” abandonados desde hace mucho, muestra de lo que fue un gran sitio prehispánico de suma importancia, a juzgar por la gran extensión de espacio que ocupa y la profusión de vestigios que se observan. Yo conté fácilmente unos treinta montículos de diversos tamaños e incluso pude ver paredes o tecorrales aún en pie desde hace no sé que tiempos.
Lo que más me entristeció fue ver la gran cantidad de fosas que se han cavado en muchos de ellos, excavaciones que se hicieron sin ninguna técnica ni respeto del lugar, alentados por la idea de encontrarse lingotes y figuras de oro que supuestamente están enterradas en ellos, según dice Lalo, el señor que nos guía y que pertenece a la familia que tiene la propiedad de esos terrenos.
-aquí viene mucha gente seguido, hasta personas de Cuautla y de la Ciudad de México me he encontrado, pero no me he podido dar cuenta quienes son los que hacen esos hoyos.
Luego, nuestro guía nos llevó con unos señores más grandes de edad y que saben historias del sitio. Unos rancheros que tranquilamente nos contaron que en un punto determinado, están los escalones que te llevan al interior del Cerro de Montes de Uma o reinado de Moctezuma; unas escaleras que te conducen a una gran bóveda en donde está la entrada a siete cuevas, que es el número en que se dividen los destinos del lugar, al menos es lo que dice la tradición oral.
Luego nos dijeron: -ya hubo un arqueólogo que vino a contratar gente para que le ayudaran en la exploración del reinado, pero dicen que se les aparecía gente sin cabeza arriba de los montones de piedra o que sin explicación, se encontraban un toro muy bravo que correteaba a la gente y la dejaba trepada arriba de los árboles para que no los corneara…
Regresamos ya en la tarde de ese lugar tan enigmático, yo con el espíritu abrumado por el contacto con un pueblo tan ancestral saqueado y desconocido, con el ánimo inquieto por la ignorancia de aquellos que no se dan cuenta que el tesoro está a la vista de cualquiera y no en las profundidades de las piedras, en donde podrían encontrar -tal vez- imágenes de “ídolos” que a lo mucho pueden malbaratar como quien vende bolsas de Pet o cartón al por mayor en los basureros.
Ulises Nájera Álvarez,  Cronista.

LA VENTANA DEL CERRO

AMANECER EN EL SUR

ANTIGUO ACUEDUCTO Y PUENTE DE PIEDRA

DON ISAÍAS Y DON ESTEBAN, CUSTODIOS DE LA TRADICIÓN ORAL

FOSO DE SAQUEO

MOMOSTLES EN MONTES DE UMA 

PAREDES ANTIGUAS DEL SITIO

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